San Miguel Arcángel | Oración de Protección II



¡Oh glorioso príncipe de las milicias celestiales,
San Miguel Arcángel!

Defiéndenos en la batalla.
Sé nuestro amparo contra la perversidad y 
las asechanzas del demonio.

Reprímale, Dios, pedimos suplicantes,
y tú, Príncipe de la milicia celestial,
arroja al infierno con el divino poder
a Satanás y a los otros espíritus malignos
que andan dispersos por el mundo
para la perdición de las almas.

¡Amén!

¡Oh gloriosísimo San Miguel Arcángel!
Príncipe y caudillo de los ejércitos celestiales,
custodio y defensor de las almas,
guarda de la Iglesia,
vencedor, terror y espanto de los rebeldes espíritus infernales,
humildemente te rogamos,
te dignes librar de todo mal
a los que a ti recurrimos con confianza;
que tu favor nos ampare,
tu fortaleza nos defienda y que,
mediante tu incomparable protección,
adelantemos cada vez más en el servicio del Señor.

¡Amén!

Ángel de Luz,
que custodias las puertas sagradas del cielo,
que pesas con tu balanza la justicia,
que partes con tu espada las tinieblas,
concédenos los poderes que tú tienes
para defendernos en la vida
de los espíritus o invisibles
que mal quieran contra nosotros,
contra nuestra casa, contra nuestros seres queridos,
contra el pueblo de Dios.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

¡Amén! 

Efesios 6:10-18 La armadura que Dios ha provisto

10 Por lo demás, fortalézcanse en el Señor y en el poder de su fuerza.
11 Vístanse de toda la armadura de Dios, para que puedan hacer frente a las intrigas del demonio;
12 porque nuestra lucha no es contra sangre ni carne, sino contra principados, contra autoridades, contra los gobernantes de estas tinieblas, contra espíritus de maldad en los lugares celestiales.
13 Por esta causa, tomen toda la armadura de Dios para que puedan resistir en el día malo y, después de haberlo logrado todo, quedar firmes.
14 Permanezcan, pues, firmes, ceñidos con el cinturón de la verdad, vestidos con la coraza de justicia
15 y calzados sus pies con la preparación para proclamar el evangelio de paz.
16 Y sobre todo, ármense con el escudo de la fe con que podrán apagar todos los dardos de fuego del maligno.
17 Tomen también el casco de la salvación y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios,
18 orando en todo tiempo en el Espíritu con toda oración y ruego, vigilando con toda perseverancia y ruego por todos los santos.

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