Astrología: la visión de Linda Goodman
Por Linda Goodman
9/4/1925 – 21/10/1995
9/4/1925 – 21/10/1995
La energía y los ciclos emocionales del hombre están gobernados por el mismo tipo de fuerzas planetarias, en una red mucho más complicada de impulsos magnéticos, provenientes de todos los planetas.
La ciencia reconoce el poder de la Luna para mover grandes masas de agua. Si el hombre mismo está constituido en un 70% de agua, ¿por qué habría de ser inmune a tan poderosas influencias planetarias?
Son bien conocidos los tremendos efectos de la gravedad magnética sobre los astronautas en órbita, a medida que estos se acercan a los planetas. Y, ¿qué decir de la demostrada correlación entre las fases de la Luna y los ciclos femeninos, incluso el parto, amén del repetido testimonio de médicos y enfermeras en los pabellones de hospitales mentales, que bien familiarizados están con la influencia de la Luna sobre los cambios que experimentan sus pacientes?
¿Ha hablado alguna vez el lector con un policía que haya tenido que patrullar una zona peligrosa en una noche de luna llena? Trate de encontrar un granjero que vaya a levantar una empalizada, matar un cerdo o sembrar sin haber consultado la sección astrológica del Almanaque del Granjero.
Entre todos los cuerpos celestes, el poder de la luna es el más visible y el más espectacular, simplemente porque es el que está más próximo a la Tierra. Pero el Sol, Venus, Marte, Mercurio, Júpiter, Saturno, Urano, Neptuno y Plutón ejercen también sus influencias sin lugar a dudas, aunque sea desde más lejos.
Los hombres de ciencia han advertido que las plantas y los animales están sujetos a ciclos de influencias a intervalos regulares, ciclos que se rigen por mediación de fuerzas tales como la electricidad del aire, las fluctuaciones de la presión barométrica y el campo gravitacional.
Originariamente, estas fuerzas terrestres se ponen en acción por obra de las vibraciones magnéticas procedentes del espacio exterior, donde viven los planetas y desde donde envían sus ondas invisibles.
Las fases de la Luna, las lluvias de rayos gamma, los rayos x, las ondulaciones del campo electromagnético en forma de pera y otras influencias que tienen su origen en fuentes extraterrestres, penetran y bombardean continuamente la atmósfera que nos rodea, sin que ningún organismo viviente escape a su influencia, ni tampoco los minerales. Y lo mismo puede decirse de los seres humanos.
El doctor Harold S. Burr, profesor emérito de anatomía en la Facultad de Medicina de la Universidad de Yale, afirma que un complejo campo magnético establece la pauta del cerebro humano en el momento de nacer, y más aún, sigue regulándolo y controlándolo a lo largo de la vida.
Expresa además que el sistema nervioso central humano es un extraordinario receptor de energías electromagnéticas, el más refinado de la naturaleza... Los diez millones de células de nuestro cerebro forman miríadas de posibles circuitos a través de los cuales puede canalizarse la electricidad.
Por consiguiente, el contenido mineral y químico, y las células eléctricas de nuestro cuerpo y nuestro sistema nervioso responden a la influencia magnética de cada mancha solar, cada eclipse, cada movimiento planetario.
Como todos los demás seres vivientes, los metales y los minerales, estamos sincronizados con el flujo y el reflujo incesantes del Universo, pero nuestro libre albedrío nos permite que no seamos necesariamente sus prisioneros.
En otras palabras, el alma es superior al poder de los planetas. Pero lamentablemente, la mayoría de nosotros no ponemos en acción nuestro libre albedrío (es decir, el poder de nuestra alma)...
El propósito del astrólogo es ayudarnos a saber cómo evitar este flotar río abajo a la deriva: cómo luchar contra la corriente.
La astrología es tanto un arte como una ciencia. Aunque muchísimas personas querrían ignorar este hecho básico, es algo que no se puede pasar por alto.
La popularidad actual de la astrología está haciendo que todos los charlatanes salgan de sus escondrijos, y en astrología no hay ni tantos astrólogos ni tantos maestros debidamente calificados como sería de desear.
Es posible que en el curso de la década venidera lleguen a ser profesionales reconocidos que han obtenido un título en los cursos de “ciencia astral” de importantes universidades. Entonces, la influencia de los planetas sobre el comportamiento humano se enseñará en los modernos edificios de las universidades más representativas, tal como antaño se enseñaba en las de Europa.
Los estudiantes serán aceptados únicamente si su carta natal revela que tienen capacidad para la enseñanza o la investigación en astrología, o para hacer un análisis personal; y los cursos serán tan estrictos y rigurosos como los de cualquier facultad de derecho o de medicina.
Habrá materias tales como el estudio de las condiciones magnéticas del tiempo, el de la biología, química, geología, astronomía, matemáticas superiores, sociología, religiones comparadas, filosofía y psicología, junto a la necesaria capacitación para calcular e interpretar una carta astrológica, y los graduados podrán poner orgullosamente en su puerta una chapa donde se lea: “Doctor John Smith, astrólogo-Doctor en ciencia astral”.
La humanidad descubrirá algún día que la astrología, la medicina, la religión, la astronomía y la psiquiatría son la misma cosa. Cuando todas ellas se integren, cada una estará completa; mientras ello no suceda, cada una seguirá teniendo ligeras carencias.
Nos dirigimos hacia un nuevo respeto por las influencias invisibles, y de ello es buen ejemplo el interés que hoy día existe por la telepatía mental. La NASA ha invertido y sigue invirtiendo enormes sumas de dinero en tests de percepción extrasensorial que se practican a los astronautas para determinar la posibilidad de transferir mensajes mentales mediante la percepción sensorial, como medida de emergencia para el caso de interrupción de las comunicaciones entre el astronauta y la Tierra...
La excitación de distinguidos hombres de ciencia ante los experimentos realizados con estas invisibles longitudes de onda entre seres humanos ha llamado la atención de los médicos. La medicina admite desde hace largo tiempo que algunas dolencias -tales como las úlceras y las afecciones de la garganta- son producidas por tensiones mentales o emocionales.
Sin embargo, la astrología ha sabido desde siempre que lo que desencadena la enfermedad son la mente y las emociones, y que son también ellas quienes la pueden controlar o eliminar; también, que las personas nacidas bajo determinadas influencias planetarias son o susceptibles o inmunes a ciertas enfermedades y accidentes.
El conocimiento que busca la medicina se encuentra en la carta natal del paciente, detallada y cuidadosamente calculada, y que resulta claramente puesto en evidencia por las posiciones y aspectos planetarios en el momento del nacimiento.
Si pasamos del campo de la medicina al de los viajes, digamos que hay varias compañías de seguros y empresas aéreas que están investigando en secreto la posible relación entre los accidentes aéreos fatales y las cartas natales de los pasajeros y de la tripulación. .
A lo largo de los siglos, los planetas se han mantenido incólumes en su grandeza, y siguen en sus órbitas. Las estrellas que brillaron sobre Babilonia y sobre el establo de Belén son las mismas que hoy siguen arrojando el mismo brillo sobre el Empire State Building y sobre el huerto de tu casa.
Con la misma precisión matemática cumplen su ciclo y seguirán afectando cada una de las cosas que hay sobre la Tierra, al hombre incluso, mientras la Tierra exista.
Recuerda siempre que en astrología no existe fatalismo. Los astros marcan inclinaciones, no obligan.
La mayoría de nosotros nos dejamos llevar en obediencia ciega por la influencia de los planetas y por el esquema electromagnético de nuestro nacimiento, pero también por nuestro medio, nuestra herencia y la voluntad de los que son más fuertes que nosotros. No damos señales de percepción ni, por ende, de resistencia; nuestros horóscopos nos calzan como un guante.
Movidos como peones, recorremos el tablero de ajedrez en la partida de la vida, e incluso hay quien hace burla de los poderes mismos que lo mueven, o los ignora. Pero cualquiera puede elevarse por encima de los poderes adversos de su carta natal.
Si utiliza su libre albedrío, o el poder del alma, cualquiera puede dominar sus estados de animo, cambiar su carácter, controlar su ambiente y las actitudes de quienes están próximos a él. Cuando lo hacemos, nos convertimos en los jugadores que libran la partida, en vez de ser meros peones...
En ti hay el poder magnético suficiente para inmunizarte ante las influencias planetarias más poderosas, ahora y en el futuro. Es una pena que te sometas tan fácilmente y dejes sin realizar todo tu potencial.
Cuando se conquista a la vez el odio y el miedo, la voluntad queda libre y es capaz de inmenso poder. Tal es el mensaje de tu horóscopo, oculto en las estrellas silenciosas. No dejes de escucharlo.
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